TIEMPO PERDIDO. Vuelve a la carga. Mi mejor amigo se arroga el derecho de cantarme las verdades del barquero, de ser franco conmigo, como esos opinadores televisivos que se enorgullecen de decir la verdad siempre a la cara, aunque sea para ultrajar o humillar. «
Me dijiste que ibas a terminar la novela en junio, y no llevas ni quince páginas. Ahora dices que hasta verano no vas a poder continuar, y sin embargo sigues con esto, que no sirve para nada. Ya vas a ver cómo te vas a arrepentir », me dice. Se la suda que no pueda parirla a salto de mata, durante una racha de curro como la de ahora.