RUTINA. Nos casábamos al día siguiente. Tuvo una idea. Debíamos contarnos lo que nunca nos habíamos contado: nuestros secretos verdaderamente inconfesables. Accedí. Me habló de un noviete adolescente y de una infidelidad tempranera. Limpié sus lágrimas con un pañuelo y le hablé de las putas. De mis habituales y ya casi tediosas visitas a Sota de Corazone’s: los jueves de los últimos once meses no había faltado una sola vez.
Después de la luna de miel, cambié de día.
Publicado el sábado, 5 de marzo de 2005, a las 18 horas y 29 minutos
|