EN EL PORTAL. Nos hemos levantado de la cama (
los tres, claro) a las diez de la mañana. Hemos salido sobre las once, a tomarnos unos cafés con leche y unos aspitos en el bar de Alberto. Nevaba. He dejado al churumbel en casa de mis padres y, al volver aquí, casi me atropellan dos señoras que aparcaban sus carritos de la compra a la altura del portal y se han puesto a charlar, indiferentes al viento y los copos. Mientras buscaba las llaves, he escuchado que una decía a la otra: «
Y llámame. Cuántas veces te he llamado para salir y nunca me has hecho hincapié».