NI UNA MOSCA. Hace diez o doce años pensaba que tarde o temprano me ganaría la vida escribiendo. Escribiendo de verdad, no pariendo noticias sin interés y perdiendo el tiempo en ruedas de prensa y presentaciones. Me pasaba lo mismo que a otros muchos periodistas con vocación literaria. Acabé en la sección cultural de un periódico, muy cerca de libros, editores y escritores. Pero ni siquiera fui una
mosca cojonera.