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LA EDAD DE LA INOCENCIA. Entre los escritores más inocentes que he leído está sin duda Leon Bloy, uno de los grandes olvidados. Su inocencia le llevó a fustigar sin piedad los vicios de sus contemporáneos. Podía soportarlo todo, salvo el estilo de vida del burgúes.
En su honor, esta anotación de su diario, un día de noviembre de 1913, que pone los pelos de punta:
No es suficiente destripar al burgués. Hay que convertirlo, además, en pastel, para regalo de los miserables. Dejo a mis discípulos y sucesores esta repugnante tarea.
Publicado el jueves, 28 de diciembre de 2006, a las 11 horas y 19 minutos
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