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LA VIDA CONVENTUAL DE SABINA. No es la primera vez que Joaquín Sabina utiliza el símil de la monja para relatar su estado vital. Si antes se definía como una "monja menopáusica", ahora marca distancias con la vida de convento al afirmar taxativamente: “Se pueden dejar las drogas sin transformarse en una monja fundamentalista”.
Yo no he conocido a ninguna monja fundamentalista, pero sí a una monja funadamental: la que me preparó para la primera comunión. Nunca supe su nombre, pero su recuerdo figura entre los más importantes de mi vida de niño. Ahora la evoco gracias a Sabina y sus neuras, un Sabina que evidentemente no sabe de qué está hablando cuando habla de monjas.
Cuando repetíamos de pequeños muchas veces "monja, monja", salía al final "jamón, jamón". Pues que vivan las monjas de pata negra.
Publicado el miércoles, 6 de diciembre de 2006, a las 10 horas y 01 minutos
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