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CERO EN TOLERANCIA. En los noventa nos dieron la matraca con la Tolerancia, una palabra que llena la boca y se la tapa a los intolerantes. Ahora, en los dos mil, para que no nos confiemos, la matraca es con la Tolerancia Cero, una manera elegante de nombrar a la Intolerancia.
El término Tolerancia Cero se acuñó en la Nueva York de Giuliani para combatir la delincuencia urbana. Fue, por tanto, no lo olvidemos, una operación policial, con métodos policiales y con éxitos puramente policiales. Luego se extendió como la pólvora entre los políticos, y la Tolerancia Cero ya se aplica a múltiples objetivos: armas en los colegios, acoso escolar, kale borroka, violencia de género, tabaco, botellón. Los últimos casos de Tolerancia Cero, rizando ya el rizo, son la corrupción urbanística y la pobreza.
Las armas de la Tolerancia Cero siguen siendo policiales y judiciales. No aprendemos de la Ley Seca ni del Tribunal de Represión contra la Masonería. Cuando hay que resolver un problema, se aplica el palo y tente tieso y ya está. Apenas se acuerda nadie de invertir en educación, con todos los profes cabreados y al borde de la depre.
Entre la Tolerancia y la Tolerancia Cero está el sentido común.
Publicado el martes, 24 de octubre de 2006, a las 8 horas y 53 minutos
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