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BORRACHERA. Desde otro sitio en el que tú no estás ni has estado nunca y yo estoy borracho, escribiéndote en el humo con los dedos.
Tal vez desde este antro azulado que apesta a mostaza y a puta, y parece un desguace de sueños rotos o un andén abandonado a la suerte de los que no tienen suerte.
Tal vez desde que dejé mi nombre olvidado entre las piernas de alguna fulana, o desde que te recuerdo sentada entre un grupo de hombres que te veneraban como a una diosa roja.
A saber qué ha sido de ti desde los días que te tuve.
Quizá bebo más de la cuenta y duermo menos de lo que bebo, sí.
Porque no te hice caso, y porque tú no me esperaste.
Porque me importa una mierda que, mientras te espero, el mundo reviente en pedazos, como ocurre.
Porque cuando voy tan ciego me da por pensar que no existes, que fuistes mentira, que tu pelo rojo no era rojo, y tus pezones no eran sino dos bocados de un maldito rabo de nube.
Me cago en la madre que parió al que decidió poner brújula a mi destino; al jodido cabrón que le dio por inventarme sin tener en cuenta que a ti ya te había creado para volverme loco.
Por eso me bebo la noche con la sed de un puto náufrago, y sigo sirviendo vasos y poniendo las botellas según su altura en los estantes.
Publicado el jueves, 15 de diciembre de 2005, a las 18 horas y 39 minutos
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