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ENTIERRO EN TRES ACTOS. Cuatro hombres portan el féretro de un amigo. Todos visten levita y sombrero de copa.
Detrás, un león les sigue a corta distancia. El león no es un carroñero así que debe ser un deudo del difunto.
Los cuatro hombres caminan marcando una especie de paso de baile y van muy pendientes de no perder el ritmo.
Anochece.
El hombre ha sido enterrado. Al pie de la tumba, el león vela las primeras horas de ese sueño eterno. Permanece inmóvil con la luna y algunos murciélagos como testigos, hasta el amanecer. Después se interna en la niebla y desaparece dejando para el muerto el tributo de la vigilia.
El león desaparece antes de saber si se trataba realmente de un león. Al soñar con él, se presenta como el animal de la sabana y cuando trato de recordarlo es un hombre con traje blanco, como un cónsul francés en Centroamérica que camina despacio, como arde el tabaco.
Un hombre sofisticado que sabe enterrar a un amigo.

Publicado el sábado, 15 de enero de 2005, a las 10 horas y 03 minutos

ASESINOS. Caminaba al lado de un asesino. Dos amigos que dan un paseo después de cenar.

Era un hombre odiado por algunos y despreciado por todos los demás; pero alguien a quién yo debía la lealtad de una amistad antigua.

Notaba su aliento, su calor y todo lo inmediato de su cercanía biológica. Me sentía un poco traidor al no poder dejar de pensar en el asesino a pesar del amigo. Entonces supe que yo era tan culpable de sus crímenes como él mismo.

Aquella noche fuimos a despertar a un tercer amigo que compartiera nuestra pesada carga.

Publicado el lunes, 10 de enero de 2005, a las 20 horas y 19 minutos

COMPETICIÓN. Cierto día asistí a una carrera de casas.

Alineadas en el punto de partida y con sus familias dentro, esperaban que el juez diese la salida. Se oyó un disparo, que el eco expandió, y las casas rodaron por la pista.

La velocidad estiraba el humo de las chimeneas y las cortinas revoloteaban en las ventanas. Algunas macetas se tambaleaban peligrosamente en las azoteas y los llamadores de las puertas repiqueteaban acusando las irregularidades del terreno.

Cuando pasaron frente a mí, en la tribuna de expectadores, pude ver dentro de una de ellas a un hombre que fumaba su pipa inglesa mientras leía el periódico. El inquilino miró hacia fuera incómodo con las aficiones deportivas de su casa. En otra, una mujer cocinaba sonriente, vestida con un delantal de cuadros color malva. En una tercera, un niño jugaba en el suelo de su habitación con un antiguo coche de bomberos.

Estirando el cuello sobre las cabezas del público, no alcancé a ver más detalles. Las casas se alejaron hacia la meta envueltas en una nube de polvo y yo me fui antes del final de la carrera.

Mi casa no participa en ésta clase de eventos. Nunca podría ganar. Una casa competitiva ha de contener al menos un cabeza de familia que fuma en pipa, un ama de casa vistiendo delantal y niños, cuantos más mejor.

Ocasionalmente una oportuna Biblia sobre la mesita de noche del dormitorio matrimonial aporta combustible extra.

Publicado el domingo, 9 de enero de 2005, a las 12 horas y 15 minutos

MIAMI.9-1-05. Ruth Gonsales ,exiliada cubana residente en Miami, y que dio a luz un aparato de radio esteorofónico el pasado día 25 de diciembre, ha confesado que está muy preocupada porque el “niño” reproduce por las noches interminables discursos de Fidel Castro.”Ya se sabe”- ha dicho- “Los hijos con tal de llevar la contraria...”

Publicado el domingo, 9 de enero de 2005, a las 12 horas y 02 minutos

MADRID.8-1-05. Un hombre pisa su propia sombra y esta se venga mordiéndole en un tobillo.
El hombre ha declarado: “Estas no son maneras. Pensaba que a estas alturas teníamos confianza suficiente como para hablar las cosas con tranquilidad sin recurrir directamente a la violencia.”
La sombra no ha dicho nada.

Publicado el domingo, 9 de enero de 2005, a las 11 horas y 59 minutos

LA MIGRACIÓN DE LAS MANOS. Ayer no fue un día normal. A la salida del sol, cientos de manos empezaron a surgir por todos los rincones de la ciudad abandonando las casas. Buscaban las salidas más inmediatas, obedeciendo alguna extraña orden del instinto, desbordándose por las ventanas y los portales y hasta de las alcantarillas salió un sorprendente número de ellas.

Eran tantas que empezaban a subir por las paredes y pensé que pronto se me llenaría la terraza de manos, pero como todas seguían la misma dirección me limité a cerrar las ventanas y esperar que pasara de largo aquella multitud.

Un tráfico incesante de arácnidos dactilares llenaba prácticamente todo el exterior y el roce de miles de dedos sobre las paredes elevaba un rumor sordo e inquietante sobre la escena. Yo observaba atónito como desafiaban a la gravedad mediante una pequeña presión angular que les permitía a la vez la sustentación y el desplazamiento.

Las muñecas empezaron a dolerme y yo sabía lo que eso significaba así que tomé la precaución de vendar mis manos hasta el codo sujetándolas bien entre los dedos.

El paso de la Migración duró apenas una hora -las manos tenían prisa- y cuando el dolor hubo cesado salí de nuevo a la terraza, donde una mano un poco torpe que no había conseguido completar su periplo agonizaba palma arriba entre espasmos. Me quedé un rato mirándola sin saber que hacer. Acabé por perder la paciencia. Le pegué un fuerte pisotón y agarrándola cuidadosamente por el dedo meñique la arrojé a la calle.

La Migración de las Manos no obedece a una determinada fecha del calendario, ni a las fases de la luna, ni a tormentas solares o alineaciones planetarias. Se da una vez al año aproximadamente y no todos los años. Se van -nadie sabe donde- y vuelven a los tres o cuatro días buscando a sus dueños, fieles como palomas mensajeras. Todas excepto aquellas que sufren algún percance en el camino.

Dicen, los que recuperan sus manos tras la migración, que éstas vuelven mucho más sanas y ágiles.Sospechamos que no se debe sólo al ejercicio físico. En cuanto a mí soy dibujante y no puedo correr riesgos.

Publicado el sábado, 8 de enero de 2005, a las 11 horas y 59 minutos

DÍAS DE PLAYA. Al mediodía llegan los lagartos. Salen lentamente a lo largo de kilómetros de playa y depositan sus buenos tres metros de masa corporal verde sobre la arena frente a los bañistas. Permanecen inmóviles durante largos minutos tendidos al sol para reponer energías. Después eligen para alimentarse cualquiera de los cuerpos que dormitan sobre toallas y esteras.

Uno por uno los lagartos van agarrando a su presa somnolienta por el pie o el brazo y lo devoran trabajosamente entre las dunas.

A esa hora la playa se encuentra atestada de gente que parece no prestar atención a la matanza que se desarrolla a su alrededor. De vez en cuando uno de los animales captura un niño. El padre se levanta con desgana haciendo un amago de amenaza, para acabar volviendo a tumbarse bajo la sombrilla vencido por el calor.

Los lagartos llegan siempre en la misma época y a la misma hora, porque saben que la población turística del lugar aumenta sensiblemente durante la temporada alta.

Los veraneantes no faltan nunca a la cita.

Publicado el lunes, 3 de enero de 2005, a las 3 horas y 37 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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