www.bestiario.com/mvcuc

DAME LAQUITA QUE QUIERO MORIR... He llegado tarde a la cena con mis chinitos, pero no es el momento para disculpas y, de perdidos, al Yantsé.

Por circunstancias que no vienen al caso, me planto en un sarao organizado por la comunidad española en Londres: la presentación del libro equis zeta. La primera advertencia, nada más llegar, procedió de una pava desplumada de la añada del 92 (del siglo pasado), que me destripó, de abajo arriba, con su mirada.

(La barba –y la marroncilla chaqueta working class– es bella).

No supe entonces si atrapar el canapé de salmón de granja o recoger mis vísceras, pero al final, ante la escrutadora mirada del personal, que sumaba cuatro calendarios cristianos, decidí subir aguas arriba.

Una española cincuentona (que ayudó a bajar considerablemente la media de edad) y, como pude extraerle posteriormente, con tres hijos, varones (qué ejpañol), me dijo que aquello era muy interesante, dado que el restaurante, de inspiración valenciana, era de postín. Y de pastón, me callé yo.

Entre el drum y el drama, los minutos pasaron entre alopécicos y panzudos machous y abuelitas con alma de drag queen. Fue cuando me acerqué a un patroncete, que intentaba sujetar una copa, que a su vez asía ciento veinte kilos de huesos y media libra de farandol, y le insinué si me prestaba su corbata.

Me salvó su alzheimer galopante, que me proporcionó un camarón a la trenca en vez del ininteligible nudo inglés. Si no, ya estaría yo ahora cavando mi fosa con la letra a, de ahorcado.

Publicado el lunes, 10 de enero de 2005, a las 23 horas y 47 minutos

ON THE ROAD (A.K.A. CHINITOS, AHÍ OS QUEDÁIS). El tratamiento de choque ante una ingesta masiva de chinitos pasa por coger el coche y esconderse en cualquier pliegue del mapa de carreteras británico. Como, por no tener, no tengo ni carné de conducir, el remedio curativo me lo proporcionó mi asistente social y amigo Matthew, que tuvo a bien conducirme a un punto lejano de la costa este inglesa.

Una vez en su coche, ejerciendo de copiloto imposible (¡Matthew, arráncalo, por Dios!) y acompañado, en la parte de atrás, por Oliver, el cantante de The Koreans, partimos hacia nuestro dorado marítimo, Southend-on-Sea, allí donde termina el sur y comienza el mar. ¿A qué suena bien?

(Antes de nada, querría manifestar mi estima a los correctores automáticos, esos pitonisos de la palabra, que escriben “bar”
–qué rappelianos– cuando quiero decir “mar”. El tiempo, y las circunstancias, le terminarían dando la razón).

Una ciudad que no te ofrece ni una plaza de aparcamiento gratuita merece una mínima sospecha, pero no íbamos a permitir que la tranquilidad del viaje –con banda sonora de Boards of Canada y Hymie’s Basement– se convirtiese en un vado de hostilidad apto para aparcar nuestra reticencia hacia las autoridades locales.

Para mí, las ciudades inglesas, británicas y hasta las irlandesas son como los chinos. A priori, parecen todas iguales pero, como ellos, sus facciones siempre deparan alguna sorpresa. Southend-on-Sea, que prometía un skyline de castillos de arena y melenas al viento, fue para mí, para nosotros, como el Huevo Kinder de un diplodocus.

No pasaría nada si la realidad superase mi imaginación, tal y como sucedió cuando advertí que la sempiterna calle peatonal que rendía culto al consumismo conducía a una línea de ¿playa? sembrada de Amusements (en mi pueblo, aka salas de máquinas), parques temáticos (e.m.p., aka barracas), minicampos de minigolf (e.m.p., aka Golpe Pitch & Putt), fish and chips (e.m.p, aka pulpo á feira) y public houses (e.m.p, aka tabernas). Let’s go (en mi pueblo, aka vamos), a shit (e.m.p, aka rima).

Pero lo que nos dejó embaladamente estupefactos fue…

Publicado el lunes, 10 de enero de 2005, a las 13 horas y 57 minutos

Ilustración de Toño Benavides
L M X J V S D
1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
24 25 26 27 28 29 30
31
  
  





Bitácoras de Bestiario.com:
Afectos Sonoros | Cómo vivir sin caviar | Diario de una tigresa
El mantenido | El ojo en la nuca | Fracasar no es fácil
La cuarta fotocopia | La guindilla | La trinchera cósmica
Letras enredadas | Luces de Babilonia| Mi vida como un chino



© Bestiario.com 2004
bestiario@bestiario.com

Un proyecto de TresTristesTigres