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LOS DINOSAURIOS. Sábado. Día festivo, sin llamadas ni correos. ¿Día de descanso? Al contrario. Mi amor se va a currar y me quedo con un diplodocus de tres años. Después de desayunar y ver Madagascar por segunda vez –nos la pasaron ayer–, bajamos a la pescadería, un kilo de mejillones y unos filetes sin espinas, por favor, y a la panadería, media chapata y un brontosario made in China, si puede ser. Luego, padre e hijo, que todo se pega, a sacarle la lengua al médico y a respirar como fuelles mientras nos ausculta. Augmentine para los dos, qué rico. De vuelta a casa, mientras su picante y paciente tía siembra de animales la alfombra y el baúl (qué sería de nosotros sin la familia), a pelar patatas y a rebozar el pescado. Después a comer, cómo no, durante el tercer pase malgache. Y por fin la siesta, el descanso: tras el jarabe, un vómito y un cuento, se da la vuelta y cierra los ojos. Sin soltar a sus fieras.

Cuando despierte, los dinosarios seguirán allí.

Publicado el sábado, 18 de noviembre de 2006, a las 17 horas y 03 minutos

BURGALESISTAS. Media vida yendo de burgalés por la vida, para que mi niño me suelte anoche: «Somos burgalesistas».

Publicado el viernes, 17 de noviembre de 2006, a las 16 horas y 08 minutos

JOSÉ MARÍA CONGET. No recuerdo en qué libro encontré estas palabras, quizá fuera «Cincuenta y tres y Octava» o alguna obra editada por Pretextos: «Ya no soy joven y he aprendido que a muchos lugares no se regresa jamás».

Publicado el miércoles, 15 de noviembre de 2006, a las 16 horas y 12 minutos

EL MAR DE ARAL. Soy un escritor frustado. Una especie bastante común (el mundo rebosa de pintores, fotógrafos, notarios, arquitectos frustrados). Trabajé de periodista creyendo que atajaba pero sólo me desvié, no hace falta pegar rodeos. De meandro en meandro (primera vez que tecleo está palabra, tan peligrosa para alguien llamado como yo), no he encontrado el suficiente tiempo para parir lo que supuestamente deseo: una novela, una novela corta, sin muchas pretensiones, que empecé a escribir hace ya tres años. El archivo de word no pasa de las veinte páginas, estiradas, a pesar de que este verano pegué un pequeño arreón. Sin embargo, puedo contarla, puedo contármela. Tengo el argumento, la atmósfera, pero no encuentro las palabras, las ganas, qué sé yo.

Publicado el domingo, 12 de noviembre de 2006, a las 11 horas y 45 minutos

ONCEAVA. Once canastas de once lanzamientos. La gesta en la NBA de Oberto, gran pivot argentino (pero no tan grande como Scola, aunque sea más alto), aparece en una crónica de El Mundo donde figura esta frase: «Los Spurs cedieron el empate y tiempo extra pero se impusieron al final, en parte gracias a la onceava canasta de Oberto con 2:33 por jugarse, esta vez a pase de Duncan». Espero que al periodista que ha puesto onceava en lugar de undécima no le hayan caído muchas collejas. Es un errata digna de un ministro (si la memoria no me falla, Javier Solana, en los años de la bodeguiya, dijo que España era la onceava nación en ingresar en la CEE).

El primero verano que curré de prácticas en Diario de Burgos escribí inagurar. El corrector (en aquellos tiempos, hace casi tres lustros, toda una institución en el periódico; ahora las cosas han cambiado, en El Mundo, por ejemplo, hay becarios; no me importaría jubilarme currando de corrector, a la vieja usanza) detectó la errata. Pero eso de inaugurar sigue sonándome mal.

Publicado el viernes, 10 de noviembre de 2006, a las 12 horas y 13 minutos

AMNESIA. Mantener un blog resulta muy sencillo. Casi tanto como pintarrajear una libreta, aunque veces se tarda más en encontrar un boli que pinte que en conseguir que el ordenador arranque. Sin embargo, hoy he comenzado un par de textos que no he llegado a colgar. En ambos casos me he quedado bloqueado a mitad de párrafo: ha pasado algún minuto, ha llamado alguien, he recibido un mail, no sé, al cabo de un rato he leído lo que había escrito y lo he borrado. Y ahora, ahora que vuelvo a escribir aquí, ahora no recuerdo sobre qué estaba escribiendo. ¿Debería preocuparme?

Publicado el jueves, 9 de noviembre de 2006, a las 17 horas y 02 minutos

E. M. CIORAN. En «Cuaderno de Talamanca»: «Esos momentos en los que se tienen unas ganas terribles de estar solo, porque estamos seguros de que, cara a cara con nosotros mismos, seremos capaces de encontrar y de expresar cosas extrañas, únicas, inauditas; y a continuación la decepción, tan grande como la esperanza, cuando uno se encuentra solo por fin y no sale nada de esa soledad tan esperada».

Publicado el sábado, 4 de noviembre de 2006, a las 13 horas y 33 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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