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PESADILLA. Anoche se me murieron dos de las personas que más quiero… durante un sueño angustioso que apenas recuerdo. Me desperté con los ojos llorosos, confuso, aliviado, asustado. Esta mañana nada había cambiado: me levanté al sonar el despertador, preparé el colacao con galletas, exprimí naranjas y vestí a mi niño. Cuando mi amor le llevó al cole me duché, luego arranqué el ordenador y comencé a currar casi como cualquier otro día. Sin embargo…

Publicado el viernes, 12 de enero de 2007, a las 15 horas y 44 minutos

DISTANCIA. Esto lo escribí hace mucho tiempo.

Distancia enorme e insalvable.
Cientos, miles de kilómetros.
Miles de segundos, de minutos, de horas, de días, de años.
Y sin un camino que recorrer,
sin esa senda mágica que recorro en sueños,
cuando –sólo entonces– a ti me acerco,
cuando puedo tocarte y quieres tocarme.
Sueños en los que –entonces sí– miras,
amas a ese amante que nunca pudo amarte.

Nunca,
horrorosa y definitiva palabra.

Publicado el martes, 9 de enero de 2007, a las 19 horas y 35 minutos

2007. Arranco con los tres deseos del año pasado y la sana intención de perder una arroba corriendo en Fuentes Blancas.

Publicado el martes, 2 de enero de 2007, a las 12 horas y 52 minutos

2006. Parece fácil escribir sin decir nada, escribir por escribir, teclear para llenar el espacio, para pasar el rato, sin ideas, teclear con la mente en otra parte, sin gastar una neurona, pero cuesta más de lo que parece si se pretende juntar letras, sílabas y palabras, sí, cuesta algo, tampoco mucho, no exageremos, pero cuesta si pretendes algo, ¿qué?, ni idea, algo.

Matar el tiempo cuesta mucho menos. Basta con dejarse llevar.

Un año más. Uno menos.

Publicado el domingo, 31 de diciembre de 2006, a las 16 horas y 52 minutos

SER RES. –¿Y cómo se va a llamar vuestra niña?
–Ana –contestaron.

Esta es la mía, pensó el pedante que hay en mí. Ana, como dábale arroz a la zorra el abad, es un... ¿un qué? Vaya, se me había olvidado cómo se llaman las palabras o las frases que son iguales hacia adelante que hacia atrás. En fin, continué cenando. Me negué a decir que era un nombre capicúa.

El problema llegó mientras padecía la digestión de la Nochebuena. A las cuatro de la madrugada, en una casa sin internet ni enciclopedia ni diccionario, recordé... que no me acordaba. Mientras me estrujaba los sesos –empieza por p, es una palabra larga, ¿esdrújula?, ¿iba luego una a?...–, caí en la cuenta de que no podría dormirme hasta dar con ella.

Pasaron los minutos. Preferí no mirar el reloj. Para ayudarme, intenté recordar algunos. Di varias vueltas a sé verlas al revés, todo un clásico, y a líame ese email, de Pedro de Miguel, pero nada.

Como suele ocurrir, justo cuando desistí me vino a la memoria. Di la luz, me levanté de la cama y, de repente, apareció no sé de dónde: ¡palíndromo!

Dormí como un bendito. Pero, sin embargo, al despertarme se me había vuelto a olvidar. Regresó, después de nuevos esfuerzos, un rato más tarde.

Algunas palabras se leen de cualquier manera, otras van y vienen a su bola.

Publicado el martes, 26 de diciembre de 2006, a las 17 horas y 47 minutos

EL FIN DEL PRINCIPIO. Cruzamos el patio, miramos las canastas y las porterías con nostalgia y subimos las escaleras. Entramos y les quitamos los gorros, las bufandas, los guantes; los niños de primero de infantil sólo pueden llevar al cole los abrigos, el resto lo guardamos los padres. Pero nosotros, ay, no llegamos hasta las puertas de sus clases: dejamos a nuestros niños al principio del pasillo. Ellos, unas veces remolones, otras con las pilas cargadas, echan a andar. Al otro lado de la puerta de cristal, contemplamos cómo recorren el pasillo. Solos, ya sin nosotros. Tardan diez, quince, veinte segundos en llegar a la clase.

Cuando desaparecen salimos de allí como si nada.

Publicado el jueves, 21 de diciembre de 2006, a las 18 horas y 02 minutos

CÉLINE. Quizá porque estos días cuesta zapear sin encontrar un anuncio de perfumes, me ha vuelto a la memoria esta frase de Viaje al fin de la noche: «De todos los olores, el que mejor guía es el de la mierda».

Publicado el miércoles, 20 de diciembre de 2006, a las 19 horas y 42 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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