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EN EL BUS. Estuve leyendo hasta que desplegaron los televisores. Entonces saqué los auriculares y los conecté al asiento de delante. En cuanto apareció el título, una chica se levantó. Ponían una película que he visto dos o tres veces, aunque ni mucho menos me entusiasma. La chica volvió con cara de fastidio. «No tienen», le dijo a su compañera. Deduje que había pedido al chófer unos auriculares para escuchar la película. Durante un momento, dudé en ofrecerles algunos de los míos: en el maletín siempre llevo dos o tres, ya usados, que se van acumulando porque en algunos viajes los regalan. Pero lo dejé estar.
Publicado el miércoles, 26 de octubre de 2005, a las 12 horas y 52 minutos
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