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EN TAXI. Castellana arriba. Al girar hacia María de Molina el taxista pega un grito.
—¡Mira al hijoputa!
A nuestra derecha, en un jardincito polvoriento, un conejo intenta esconderse bajo un periódico.
—Ese es de campo. O un híbrido. Alguien le tiene que haber dejado ahí. Mañana es cadáver. Cuando pare un poco el tráfico, cruzará la carretera y adiós. Ay, la golosa. Si la tengo aquí ahora la monta. Es una podenca andaluza de dos años. Es acero. La calle se quedaría estrecha para ella. Se habría tirado a por él y habrían palmado los dos, atropellados. Pobre conejo.
Publicado el jueves, 17 de julio de 2008, a las 20 horas y 24 minutos
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