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¿QUIÉN NO TIENE UN HAIKU?. Poníamos un haiku en nuestra vida. Cuando se puso de moda, a todos nos fascinó su musicalidad, su rotundidad y ese último verso como perdido, en curva. Pergeñábamos haikus en bares y autobuses y les dábamos vueltas en las esperas de los semáforos.
Yo dejé de intentar haikus cuando leí el que Sánchez Ferlosio considera como el más emotivo que conoce:
Al sol se están secando los kimonos:
¡Ay, las pequeñas mangas
del niño muerto!
Qué decir después de esto.
Publicado el martes, 26 de septiembre de 2006, a las 8 horas y 48 minutos
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