ESPEJISMO. El otro día un buen amigo me abrió los ojos. Pero luego me amodorré y los cerré como cualquier otra noche.

CERNUDA. En Impresión de destierro:

«Todo era gris y estaba fatigado
Igual que el iris de una perla enferma».

LA MUERTE HA VENIDO.
—¿Y no vamos a poder volver?

—¿Tendremos los ojos abiertos?

—¿Vamos a volar con alas o con motor?

—Pero yo voy a pintar las alas de negro, ¿vale?

—¿Y qué va a pasar con los juguetes?

—En el cielo también están los Reyes Magos, ¿no?

—¿Veremos águilas?

EL MENOS MALO. Al mejor, viendo la botella medio vacía, se le puede llamar de cualquier manera. Como la veo medio llena (pero no entera: la Copa de Europa es el torneo principal), me alegra que haya ganado la Liga el Real Madrid. Pero, como más que madridista soy raulista (ya me reciclaré la próxima década), para que la temporada acabe bien quiero que ganemos al Barça con al menos un gol de Raúl y que juegue este verano con la selección. Pido poco.

JO. Y jobar, jopé, jolín, jopelas, jopelines... Desde hace meses. Por ahora, sin cruzar la frontera, amagando con un joder que llegará más pronto que tarde —y ya veremos cómo lo encajamos—, y quizá al mismo tiempo cansado ya de tanto jo: La palabra del día fue... ¡pelines!

JULIO RAMÓN RIBEYRO. En «La tentación del fracaso», uno de los pocos libros que releo: «Con la edad nos convertimos en nuestra propia caricatura».

PERREA. «No me mortifiques más», le dice una mujer a su pequinés, mientras espera a que el semáforo se ponga en verde. El animal gruñe. En la acera de enfrente, un fox terrier sin correa. Cruzo en rojo.