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OFENDIDOS Y QUIZÁ HUMILLADOS. Esa señora enjoyada, envuelta en un abrigo de pieles, bien peinada, teñida de rubio, setentona, que ha vuelto al supermercado por la tarde, ofendida y quizá humillada, para reclamar uno o dos euros cobrados de más. Pagó cinco euros y pico por tres productos, al volver a casa se dio cuenta de que uno lo habían pasado dos veces. Esa señora que, mientras el resto hacemos cola, habla con una cajera, luego con la encargada y después con otra cajera más, enseñando pero sin solar el tique de la compra, que sujeta con la mano derecha, mientras la mano izquierda, aferrada a la cartera, no deja de temblar. Esa señora podría haber sido mi abuela. O mi madre. O yo, qué más da el sexo, dentro de unos años.
Publicado el miércoles, 25 de febrero de 2009, a las 16 horas y 43 minutos
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