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DISCUSIONES DIVINAS. Primero, las causas:

Una noticia

Y después, los efectos. No me he podido resistir a reseñar este artículo. Yo, que alguna vez en estas páginas irreales y reales a la vez, me he declarado como a ratos ateo, a ratos agnóstico, y que soy definido por algún amigo creyente como "incrédulo, y punto pelota", me siento bastante ofendido, y a la vez curioso.

Porque claro, si el demandante pedía pruebas de la existencia de Jesús, pero al final se desestima su demanda, y se le acusa de difamación, no entiendo en qué se basa el juez. ¿Le enseñó las pruebas y luego le dijo "y ahora, por no habértelo creido, te voy a empaquetar"?¿Fue una huida hacia adelante del juez, que va a misa todos los domingos?¿El demandante presentó la demanda en unos términos impropios, parecidos a "que el puto cura este me enseñe pruebas" y el juez se vio obligado a meterle un puro?

En cualquier caso la noticia me parece, cuando menos escasa, pero sobre todo interesante. Ya he hablado alguna vez de que si no soy creyente, sólo puede ser por dos motivos: o bien Dios no existe, o bien, como él decide todo lo que pasa en este valle de lágrimas, ha decidido que yo no crea, y punto pelota.

Una noticia que me hace recordar a otra, algo más surrealista, que se dio en los Estados Unidos, cuando alguien intentaba demandar al mismísimo Dios por la vida que le había asignado.

La tesis era clara: dando por hecho que Dios existía y que todo lo sabía y todo lo manejaba, la culpa de la vida tan miserable que el hombre había tenido, era del Único (Dios, no el anillo, no se me líen).

El juicio acabó rápido. El demandante citó al mismo Dios como testigo principal, y Dios no se presentó. Estaría ocupado arreglando el mundo, que, como todos vemos, cada día va mejor. Por la Gracia de Dios, que es muy Gracioso...

Publicado el jueves, 16 de febrero de 2006, a las 19 horas y 21 minutos

CRÓNICAS DE NY (I) Un viaje a Madrid, un par de días allí, una dislocación en el hombro por el peso de las maletas, un tercer grado en el aeropuerto, un despegue, un océano, ocho horas de vuelo, un aterrizaje entre la niebla y con bandazos del viento (con aplausos del respetable cuando se consumó incluidos), una gran cola, la tarjeta verde, la cinta de las maletas, y ya estábamos en Nueva York. Lo de siempre, y lo de nunca. Mi primera vez en todo lo anterior, y en lo que quedaba.

Llovía, teníamos niebla, estábamos cansados. Muchos coches, muy grandes, un túnel muy largo, las calles que tantas veces vimos en películas, y el hotel. Un chico que compartía el traje de botones con sus compañeros, al que se le intuía apenas dentro del uniforme que parecía se movía solo, un recepcionista, un ascensor y la habitación. En la ventana, a mano izquierda, Mr. Empire State (luego sería el amigo Empire), y debajo Mrs. Broadway. A la derecha, un poco más lejos, Times Square. Empezábamos la canción.




Start spreading the news, I’m leaving today
I want to be a part of it - new york, new york

Publicado el jueves, 16 de febrero de 2006, a las 12 horas y 17 minutos

TIEMPO. Hoy he caminado sobre las aguas.

Supe que podría hacerlo desde el mismo día en que vi el espigón acabado. Desde la orilla lo veía cerca, casi como si estuviera en él. Y quería llegar a él, pero estaba el agua. Sólo era eso, veinte metros de agua. Supe que podría hacerlo, supe que caminaría sobre las aguas.

Llevo desde entonces intentándolo, todos los días, a veces andaba un poco más, a veces un poco menos, pero me notaba cada vez más cerca. Sabía que el tiempo estaba de mi lado. Tarde o temprano lo alcanzaría.

Y hoy lo he conseguido. Hoy he caminado sobre las aguas.

Al principio estaba solo en la playa, mojándome los pies, los tobillos, las rodillas, en mis intentos. Luego empezó a venir gente. Algunos me animaban, me decían que admiraban mi constancia, mi capacidad de intentar día tras día algo imposible. Otros se reían, se burlaban de mí, decían que estaba loco, y que en realidad era la arena la que se acumulaba, acercando la costa al espigón, y yo sobre ella. Yo los ignoraba a todos, porque sabía algo que ellos no sabían.

Sabía que el tiempo estaba de mi lado.

Hoy he caminado sobre las aguas. Voy a llamar a Lázaro para contárselo.

Publicado el miércoles, 15 de febrero de 2006, a las 0 horas y 04 minutos

EN OCASIONES VEO ACCIDENTES. Propios y ajenos. He muerto electrocutado, despeñado, en accidente de coche, de autobús, me he roto piernas, brazos, me he sacado ojos, arrancado dedos. He visto agresiones, decapitaciones accidentales, atropellos, accidentes múltiples, andamios caer, depósitos de gas explotar, autobuses perder el control.

Son anticipos catastrofistas a situaciones cotidianas. Subo en el autobús, y en cada trayecto pasan miles de cosas, y también no pasan nunca.

No sé muy bien si esto es normal o no, o si debería preocuparme. No interfieren, no dejo de salir a la calle cada día. Los accidentes ocurren en cualquier momento y en cualquier lugar, así que es igual lo que haga, y no dejo de hacer mi vida. Y suceden siempre de formas bastante complicadas y a veces hasta artísticas.

Cada vez que salgo de la ducha muero por resbalarme y machacarme la sien, pero no de una forma cualquiera. Resbalo y quedo ensartado en lo que sea, un grifo, un toallero, el sujetarrollos del papel higiénico, siempre con un golpe seco y que nadie escucha, siempre viéndolo venir y sabiendo que es inevitable, y siempre en algún objeto brillante, de acero inoxidable, y dejando una bella mancha de sangre en el suelo. Por poner un ejemplo.

Supongo que mis imaginaciones fatales son tan cercanas a la estética manga o a la falsedad de Dario Argento, porque mi realidad se acerca más bien al coscorrón de Mr. Bean, a la calvotada de Benny Hill o al tropezón de Fernando Esteso.

Publicado el viernes, 3 de febrero de 2006, a las 23 horas y 22 minutos

CHARLIE KAUFMAN. Diálogo extraido de "Adaptation. El ladrón de orquideas":

Charlie: Te admiro Donald, ¿lo sabes? Me he pasado la vida paralizado pendiente de lo que la gente pensaba de mí, y tú, tú no te enteras de nada
Donald: Claro que me entero
Ch: No, no lo entiendes, te lo he dicho como un cumplido. Recuerdo un día en el instituto, te miraba por la ventana de la biblioteca y hablabas con Sara Marsh.
D: Dios, estaba loco por ella...
Ch: Ya lo sé, y tonteabas con ella, y ella estaba encantadora contigo...
D: Sí, me acuerdo...
Ch: Y luego, cuando te fuiste, empezó a reirse de tí, con su amiga, y fue como si se burlara de mí. Tú no tenías ni idea, parecías tan contento...
D: Ya lo sé, les oí.
Ch: Bueno... ¿y cómo estabas tan contento?
D: Quería a Sara, Charles, y ese amor era mío, yo era el dueño, ni sara tenía derecho a privarme de eso. Yo puedo querer a quien quiera.
Ch: Pero a ella le parecías ridículo...
D: Bueno, ese era su problema, no el mío. Uno es lo que ama, no lo que le aman. Eso lo decidí hace ya mucho tiempo.


[Un motivo más para recomendar cualquier película donde este hombre, Charlie Kaufman, esté metido]

Publicado el martes, 31 de enero de 2006, a las 20 horas y 08 minutos

FOTOCOPIADO GOES TO NY. Pues eso, que queda menos. Y todavía no logro asumir lo que se me viene encima.

No he acabado los trabajos que tengo que dejar finiquitados antes del viaje, ni los acabaré. No he terminado el periplo por las tiendas para agenciarme lo estrictamente necesario para resistir en la capital del mundo (básicamente ropa de abrigo, que no sé lo que es el frio de verdad ni me veo capaz de resistirlo). No he resuelto los problemas de economía propios de cambiar de universo económico, ni siquiera me ha dado tiempo a plantearme posibles barreras idiomáticas, culturales, sociales, ver cuánto tiempo arrastraré las deudas, el jet lag y la morriña de un sitio que, pese a que tendré que meterme en la nevera para tener calor, seguro que me va a enamorar.

Allá que nos vamos, mi inconsciencia, mi señora (que es la que pone dosis de realidad) y yo, emulando más bien a Paco Martínez Soria y al Alfredo Landa que se iba a Alemania, y no tanto a Federico García Lorca o a José Hierro, aunque bien me gustaría cambiar las tornas.

En cualquier caso, allá vamos. La primera fase, la de los preparativos, está casi superada. La segunda, la de saber si me entran ataques de histeria en los aviones (nunca antes he probado la experiencia), llegará pronto. Como decía Frank, If I can make it there, I can make it anywhere.

Publicado el domingo, 29 de enero de 2006, a las 16 horas y 29 minutos

SEMANA GORDA. Esta semana ha sido de las de no separarse del ordenador y me gusta escuchar música mientras trabajo. Llevo una semana escuchando a Iván.

He probado a cambiar y a poner otras cosas, pero siempre vuelvo. Le llamo Iván, con confianza, porque lleva una semana hablándome. Me cuenta cosas, siempre las mismas diez, pero no me canso.

Seguramente, en la semana y media que me queda de trabajo duro, seguiré con él. Y puede que mas tiempo.

Espero que me perdone por perpetrar algunas de sus canciones a dúo, y también por cambiar a los protagonistas de otras (él tendrá sus inspiraciones, pero yo pongo a la mía).

Publicado el lunes, 23 de enero de 2006, a las 2 horas y 13 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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