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VIDA DE REYES. Antes de subir la persiana al público, tras atender a los proveedores, llenar las cámaras, poner a lo largo de la barra los platitos con sus tazas y sus cucharas y sus bolsitas de azúcar, y etcétera, me pongo un carajillo de coñac de puta madre, hojeo la prensa que acabo de comprar en el kiosko de Jose, y, ¡zas!, me doy de bruces, así, sin anestesia, con su cara.
Sé que no está bien criticar a nadie por su aspecto físico, que es injusto y todo eso, pero cada uno tiene la jodida cara que se ha ganado a pulso, la que le sale de dentro, y lo cierto es que la cara de esta mujer futura reina me atraganta el carajillo, con su mirada ambiciosa y soberbia, y esa sonrisa tan llena de cansancio y de rencor y de una profunda tristeza, como si su cuento de hadas no fuera sino una pesadilla o una cruz.
Aunque va por gustos y por barrios. De hecho, el periodista que cuenta la noticia de que la princesa ha vuelto al trabajo, un jodido pelota al servicio de la ceguera, opina todo lo contrario, y afirma que está guapísima, que como nunca antes se la había visto, de tan bella. Vamos, no me jodas, me digo. Que a lo peor es mi envidia la que está mirando, que no soy psicólogo, pero que, incluso yo, que no soy hombre de sonrisa fácil, juraría que tengo un gesto mucho más amable que el suyo, y en peores circunstancias. Cualquiera diría que, en lugar de a su trabajo muelle, vuelve a picar a la puta mina.
A ver ese protocolo dónde coño se ha metido.
A ver si, encima que sufragamos sus gastos y sus lujos, tenemos que aguantar también caras de palo.
Que luego dicen que si advienen revoluciones y repúblicas, y por menos.
Que si hacer de princesa resulta más duro que compartir curro con Urdaci o Susana la Bohemia, con abdicar, joder, se acaba el asunto. Que yo no me traumatizaría ni pondría grito alguno en el cielo. Que no necesito que me representen familias reales ni de cuento, que yo con un presidente del gobierno ya tengo bastante, y que por mí se podría ir al pairo hasta Bakunin.
Debería, en fin, prohibirme leer ciertas noticias a primera hora de la mañana, porque en lugar de abrir el bar, joder, me dan ganas de tomar la Bastilla.
Viva la República, coño.
Publicado el sábado, 11 de marzo de 2006, a las 8 horas y 45 minutos
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