A CIEGAS.
— «¡Pero si es un tren!», exclamó un amigo cuando vio el metro, durante un viaje de fin de curso en BUP, pongamos que hace veinte años, ya.

A mediados de la década siguiente, al llegar a Madrid, durante un tiempo me rondó por la idea de escribir un relato sobre las peripecias de un ciego que coge el metro para ir y volver de la oficina. Juan José Millás se tapó los ojos para pasarse una jornada entre trasbordos y escaleras mecánicas y se me quitaron las ganas.

Esta tarde, (h)ojeando un periódico en la línea gris, la circular, una entrevista me ha recordado esa historia que ya no escribiré: «Mi trabajo me ha anclado mucho a un lugar concreto. De todas formas, yo viajo mucho, cojo mucho el metro», dice Antonio López.

En invierno, en la línea cuatro, la marrón, un chaval caribeño le contaba a un colega que le habían despedido porque el encargado del bar o restaurante donde trabajaba le había amenazado, cuchillo en mano, con rajarle la cara. Bajé antes que ellos, en Avenida de la Paz. El siglo pasado, cuando me creía periodista y, sin saber muy bien cómo, quería ser escritor, quizá habría salido del vagón con ellos.

J. T.. Se extravió a mitad de camino, o quizá antes. Continúa avanzando un día tras otro, sin desfallecer. Pero ya no ladra.

VECINOS. Las dos de la madrugada. Entre el bufido del ordenador se cuelan algunas risas. Sorprendido, intento averiguar si serán de arriba, abajo o al lado, pero un rato más tarde, cuando entro al cuarto de baño, ya han cesado. Vivimos aquí desde hace seis años, no deberían extrañarme, ya.

DETENIDO POR DECAPITAR A SU MADRE Y PASEARSE CON LA CABEZA BAJO EL BRAZO. Este titular que aparece ahora* en la portada de Elmundo.es ocupa dos líneas. En la primera leemos «Detenido por decapitar a su madre y». En la segunda, el resto, «pasearse con la cabeza bajo el brazo». En el titular que encontramos al leer la noticia ese «por» que parece equiparar la decapitación y el paseo ha desaparecido: «Un hombre decapita a su madre y pasea por su pueblo con la cabeza bajo el brazo».

Vuelvo a la home de Elmundo.es y encuentro más titulares dignos de estudio:

EEUU anuncia la puesta en libertad del fotógrafo iraquí que tenían preso

Más de 1.250 personas fueron víctimas de la pena de muerte en 2007

Julián Muñoz regresa a la cárcel tras agotar su permiso penitenciario de 3 días

Los antepasados del elefante

Trasvase de buitres

Ocultismo nuclear

Las hormonas 'cotizan' en bolsa

(*) Es martes. Tampoco me van. Pero mejor no lo pregono demasiado, no sea que Mercedes Castro me dé la puntilla en Y punto.

PERREA. «No me mortifiques más», le dice una mujer a su pequinés, mientras espera a que el semáforo se ponga en verde. El animal gruñe. En la acera de enfrente, un fox terrier sin correa. Cruzo en rojo.

JULIO RAMÓN RIBEYRO. En «La tentación del fracaso», uno de los pocos libros que releo: «Con la edad nos convertimos en nuestra propia caricatura».

JO. Y jobar, jopé, jolín, jopelas, jopelines... Desde hace meses. Por ahora, sin cruzar la frontera, amagando con un joder que llegará más pronto que tarde —y ya veremos cómo lo encajamos—, y quizá al mismo tiempo cansado ya de tanto jo: La palabra del día fue... ¡pelines!