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TÉMPANOS. A estas horas, la noticia más leída en elmundo.es y en elpaís.com no es que han encontrado en Huelva un coche de ETA con 100 kilos de explosivos, sino que en Chile ha desaparecido un lago, el Lago Témpanos. Pero los tempanos siguen allí.

Publicado el jueves, 21 de junio de 2007, a las 17 horas y 24 minutos

EL FURBO NO PARA. Termina la Liga y sigue más vivo que nunca, aunque nadie pegue patadas al balón. El furbo devora al fútbol.

Publicado el lunes, 18 de junio de 2007, a las 14 horas y 34 minutos

MI ÚLTIMA NOTICIA. Copio y pego la última noticia que escribí. ¿Por qué? Para releerla dentro de unos meses, o de unos años, qué sé yo: con el tiempo he caído en la cuenta de que este diario perdura porque lo leo, porque de vez en cuando paso el rato leyéndome. Ahora, cuando la he encontrado, por casualidad, me ha llenado de vergüenza ver cómo recurro a la primera persona.

Me pidieron que fuera a cubrir la masacre y no rehusé, pero ya no era periodista; curraba, como ahora, delante de un ordenador, pero me ganaba la vida de otra manera. Un periodista de verdad, o un émulo de Capote, quizá habría encontrado un filón. Tres años después sólo conservo una imagen: una puerta precintada.


Nadie ha visto nada, nadie oyó nada, nadie sabe nada

BURGOS.- Nueve y diez de la mañana. Han asesinado a puñaladas a tres personas en Burgos. Un matrimonio y uno de sus dos hijos. No sé dónde queda la calle Jesús María Ordoño. Antes de vestirme enciendo el ordenador y la busco. Está a menos de 200 metros de la mía, justo detrás de la consulta de la pediatra.

Llego algo más tarde de las nueve y media. Es pequeña, paralela a la calle Vitoria, encajada entre Hacienda y el Gobierno Militar. Hay una panadería, el Hogar Extremeño, una tienda de muebles, otra de informática, un taller... Y ningún coche de policía, ninguna ambulancia, ningún otro periodista. No me cruzo con nadie.

Cuanto termino de recorrerla, me encuentro con un fotógrafo del 'Diario de Burgos'. Cuelga el móvil y me dice que los han matado en el número 14. Un edificio de cinco plantas como cualquier otro. En la entrada del portal hay una fregona, un recogedor y varios productos de limpieza. No hay nadie.

«Eran gente normal»
Montamos en el ascensor. Subimos al último piso. La puerta del 5º A está precintada. Llamamos a la de enfrente. Un hombre mayor nos cuenta que sus vecinos llegaron hace unos dos años; que eran gente normal; que Salvador Barrio Espinosa era un agricultor de La Parte de Bureba, que Julia Dos Ramos Santamarina venía de Galicia; que tenían dos hijos: el pequeño, el que ha muerto con sus padres, iba a La Salle, y el mayor estudiaba fuera, en Aranda, y no estaba en casa el domingo por la noche, cuando debieron de asesinarlos.

Y que la policía llegó el lunes por la noche, después de que les avisaran los familiares de Salvador. Varios de ellos viven en el piso de abajo.

Bajamos. Llamamos al 4º A pero no nos abren la puerta. Nos dicen que no quieren hablar.

Al volver a la calle nos encontramos con más periodistas. «Yo vengo, limpio y me marcho», nos dice la señora de la limpieza. Tampoco quiere hacer declaraciones.

En el buzón del 5º A, debajo del nombre de Salvador Barrio Espinosa, pone «Sociedad cooperativa». Sobresale la publicidad de un hipermercado.

Una vecina sale del ascensor. Es amiga de una de las periodistas que acaban de llegar. Acerco la grabadora: «... no contestaban al teléfono, venga a llamar, venga a llamar, se vinieron aquí a ver lo que pasaba y les encontraron matados a todos», dice. También cuenta que Salvador y Julia vivían en esta casa y en el pueblo, en La Parte de Bureba.

Antes de las diez y media salen del edificio varios vecinos. Según algunos periodistas, son familiares de Salvador y, al final de la calle, se han encontrado con un chaval que quizá sea el hijo que ha sobrevivido. No logran hablar con ellos.

«Han comprado una cosechadora»
Poco después, dos mujeres y un hombre llaman al 4º A. Parientes de Salvador. Ellas pasan de largo ante los periodistas pero él se detiene. «No han hecho más que avisarnos de que han matado a los tres», dice. Una compañera le pregunta si tenían enemigos. «¡Qué va!», responde. Otra, que a qué se dedicaban. «A la agricultura. Hace un mes han comprado una cosechadora de lo más moderno que existe. Y tienen otra, y tres tractores. Y muchísimo terreno. Vivían en el pueblo y aquí. Tienen este piso, una casa en Galicia, no me acuerdo dónde, qué sé yo los millones que se han gastado allí». Después, habla sobre el hijo que ha sobrevivido: «El chico mayor tiene estudios, tenía que examinarse». Al parecer, estaba en el colegio Aguilera, de Aranda de Duero.

Antes de subir, le preguntan si habrá surgido algún problema de lindes. «Nada, eso ha tenido que ser algún loco que les ha cogido. Supongo yo, que no sé nada».

En la panadería, en el taller, en el Hogar Extremeño, tampoco saben nada. Nadie los conocía. Una señora cargada con varias bolsas de alimentos se lamenta: «No podemos estar tranquilos en casa».

Barajan todas las hipótesis
A las once comienza una rueda de prensa en la Delegación de Gobierno, un edificio que está al principio de la calle Vitoria, a cinco minutos andando de Jesús María Ordoño. Berta Tricio, la subdelegada, comenta que están abiertas todas las líneas de investigación, que barajan todas las hipótesis posibles y que ya se están practicando las autopsias. Cuando terminen, podrán decir cuántas puñaladas recibieron y con qué tipo de arma. No revela ningún detalle sobre lo que se encontraron los agentes que entraron al piso. Sólo cuenta que había tres cadáveres muy ensangrentados. Y que ningún vecino oyó nada sospechoso.

Nadie ha visto nada, nadie oyó nada, nadie sabe nada. Por ahora.

Berta Tricio termina recordando que Salvador Barrio Espinosa era alcalde pedáneo de La Parte de Bureba, una entidad local de Oña, pueblo donde ella fue alcaldesa por el PSOE: «Yo, por supuesto, lo conocía. Fuimos compañeros de candidatura. Su actividad de trabajo se compaginaba entre Burgos y La Parte, donde trabajaba en tareas de campo. Era un hombre muy trabajador, de carácter bonachón y pacífico».

Cuando comienzo a escribir estas líneas, una amiga me llama para contarme que la cosechadora que acababa de comprar Salvador Barrio Espinosa le había costado algo menos de 20 millones de las antiguas pesetas.

Publicado el viernes, 15 de junio de 2007, a las 2 horas y 27 minutos

JAVIER MARÍAS. En el segundo volumen de «Tu rostro mañana»: «Es difícil, cuesta mucho suplir a las figuras perdidas de nuestra vida, y se va eligiendo poco o nada, se precisa un esfuerzo de convencimiento para cubrir las vacantes, y qué mal nos resignamos a que se reduzca el elenco sin el cual no nos soportamos ni apenas nos sostenemos».

Publicado el martes, 12 de junio de 2007, a las 16 horas y 33 minutos

EN LA BOCA DEL METRO. Una joven morena y regordeta pasa ante una caseta que han plantado junto a las escaleras mecánicas. El vendedor, un trajeado greñudo también de veintitantos años, la aborda: «¿Te gusta leer?, ¿te gusta leer?» La chica se detiene. «¿Cuántos libros lees al año? ¿Uno, dos, tres, cuatro…? Anda, dime la verdad» Ella retrocede. «Dime la verdad, ¿Uno, dos, tres, cuatro…?» La joven comienza a alejarse. Más o menos cuando ella ya pisa los peldaños, el vendedor frustrado remata, no sé si mirando a un colega o al respetable: «Dile la verdad al papi».

Publicado el viernes, 8 de junio de 2007, a las 0 horas y 59 minutos

PREGUNTAS. En la calle, en casa, en cualquier sitio y a cualquier hora. Siempre, cuando menos te lo esperas. Pasamos delante de un monumento inaugurado hace poco y suelta: «¿Para qué sirve?»

Tres o cuatro horas después de ver Peter Pan, surge la duda: «¿Dónde está la mano del Capitán Garfio que se comió el cocodrilo?»

Caminamos hacia la casa de los abuelos, nos cruzamos con un perro, nos ponemos a hablar de dinosaurios y acaba preguntando: «¿Por qué se han extinguido los tigres de diente de sable? ¿Dónde están ahora?»

Publicado el lunes, 4 de junio de 2007, a las 15 horas y 52 minutos

ISLOTES. Podríamos decir que El Mundo, como cualquier otro diario de información general, se resigna a abarcar la actualidad con ópticas distintas: aunque los editoriales y las columnas de opinión contribuyan a ofrecer una perspectiva similar, tanto en la versión impresa del periódico como en la internetera abundan otros puntos de vista. Y no sólo políticos. Encontramos miradas singulares (pongo ejemplos enlazables) en el blog de cine de Borja Hermoso; en el descodificador de Javier Pérez de Albéniz; en las entrevistas en vídeo de Antonio Lucas; estos días de Roland Garros, en los sin red de Javier Martínez. Cuatro grandes periodistas. En El Mundo abundan, aunque como trabajé allí no voy a enumerar más. Pero no podemos olvidar a Javier Memba, el colaborador por antonomasia (además de novelista, guionista y cinéfilo). Escribe en El Mundo desde 1990 y, durante el escaso lustro de vida de elmundolibro, soportó con cierta angustia colaborar para un medio sólo virtual. Ahora está de enhorabuena: acaba de publicar Mi adorada Nicole y otras perversiones (Ediciones Irreverentes), su primer libro de artículos. Ojalá que no sea el último: su serie Malditos, heterodoxos y alucinados también merece ser impresa.

Publicado el jueves, 31 de mayo de 2007, a las 17 horas y 03 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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