[1] Tristes también... por los miedos y los ascos de Hunter S. Thompson.

[2] Ampliación. Amplío el comentario de anoche: nuestro padrino, Guillermo Cabrera Infante, habría recibido con un comentario irónico y definitivo la noticia de que una empresa como la nuestra se llamaba como su mejor novela. Como saben sus lectores, GCI gastaba un humor palabrero y certero casi siempre sorprendente. Le conocí hace nueve años, a cuento de una entrevista promocional que no pasará a la historia del periodismo. Soportó mis torpes preguntas sin perder la flema y me brindó un buen titular: «Lo único que es irreal es la literatura». Según veo en la hemeroteca de El Mundo, un año después estuve en los cursos de verano de El Escorial cuando confesó: «Estoy acabado».

[3] Para un Infante difunto. Este cronista también quiere sumarse al homenaje a Cabrera Infante, cinéfilo compulsivo, experimentador contumaz y fino humorista. Uno se topó con Cabrera Infante, hará apenas un año, en el ascensor de un hotel de Madrid. Y, como suele sucederle a uno en estos casos, enmudeció y dio "la callada por respuesta". Por eso, aunque sea a título póstumo, solicito para el escritor cubano un réquiem con ritmo de danzón.