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LECCIONES DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1). El realismo social inglés ya no es lo que era. Para muestra basta con acercarse a ver La reina, recreación casi documental de la «vida» de la casa real británica durante los días que siguieron a la muerte de Lady Di. El antaño airado Stephen Frears cuenta a su favor con una pulcra ambientación típicamente british, con un acertado retrato de personajes y con la soberbia interpretación de Helen Mirren en la piel y la diadema de la reina Isabel.
Es posible incluso que Frears gane la principal apuesta que arriesga la película. De hecho, la evolución de los personajes lleva al espectador desde la sonrisa (el caricaturesco Blair de los primeros fotogramas) o la antipatía (la actitud distante y fría de la reina madre) hasta la compasión, sin caer por el camino en la tentación de la hagiografía. En tiempos proclives al maniqueísmo cerril, se agradece que alguien se empecine en demostrar que a veces la realidad se disfraza con distintas gamas del gris. Y, sin embargo, esa mirada compasiva, que se vale de resortes teatrales, le hace a uno añorar los tiempos en que Loach, Frears y Leigh (todavía el más indómito de todos) eran menos maduros, menos comprensivos, menos contemporizadores… y estaban un poco más cabreados con el mundo en general y con la Gran Bretaña en particular. Pongamos que hablo de la distancia que media entre Mi hermosa lavandería y La reina.
Publicado el lunes, 27 de noviembre de 2006, a las 12 horas y 53 minutos
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