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UN TÍTULO. Estoy buscando una mierda de título que poner encima de lo que van a ser mis notas, una buena frase en la que encajen mis ajustes y mis desvaríos, mis hallazgos y mis pérdidas y mis búsquedas, que suelo escribir.
Pero no sale. El hijoputa del título brillante no sale ni aunque le den dos hostias. Y yo dándoles largas a la gente del Bestiario, que sí, que quizá mañana, que estoy en ello...; pero en mi libreta sólo apunto títulos de esos de segunda mano que no me convencen, que me suenan a Allen o a Bukowski o a Cortazar.
Ponte un trago, Eddi Vansi. Dale un tiento a esa botella, anda. Relájate. Nadie tiene la culpa de que seas un canalla venido a menos, con las neuronas al fondo de un vaso vacío. Después de todo un título no puede ser algo tan difícil.
Me enciendo un cigarro, a ver si el humo.
Le doy otro tiento a la botella.
Miro al techo.
Me gusta esta pose, verme así, tal cual soy. Tal como siempre me ha gustado ser. Con mi botella y mis cigarrillos. Con mi máquina de escribir y mi barba de dos días de fiesta, mirando por entre el humo a ver si cazo algo con pinta de buena idea.
Me gusta mi jodida imagen de perdedor que no tiene donde caerse muerto mascando un texto que no me sale. Y eso que fracasar no es tan fácil.
Echo otro trago.
Y otro.
Al menos que la inspiración me pille borracho.
Y otro.
¿Y dónde estará Cleo? ¿Por qué al final de las botellas aparece siempre? ¿A quién se habrá jodido esta noche? ¿Me estará buscando como yo la busco, huyendo de ella? ¿Me comparará con cada hombre como yo la comparo con cada hembra que me follo? Su coño pelirrojo, su boca con el pintalabios corrido llena de mi sexo, ¿valdrían como título?
Pues es lo que busco, por encima de todo.
Publicado el lunes, 14 de noviembre de 2005, a las 11 horas y 28 minutos
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