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REGALO DE REYES. Marta, como una cría, espera todos los jodidos años al día seis de enero para sorprenderme con algún regalo de reyes, por más que le haya dicho millones de veces que yo no paso por el aro de esas tonterías, y que el mejor regalo que nos puede hacer un rey es abdicar, qué coño; pero a ella no le importa mi mal humor ni mis invectivas, e invariablemente esa mañana se levanta, me despierta, me mira, sonríe, me dice con voz como de arcángel con resaca:

-Ven Eddi Vansi, tengo un regalo para ti.

-Pero..., Marta... –balbuceo, recién llegado al mundo de los vivos.

-Ya sé... Ya sé... –me dice irónica, mirándome como si estuviera enamorada-. El mejor regalo de los reyes es que etcétera...

Y se ríe, la cabrona. Y yo. Y me doy cuenta de que no tengo nada para ella, como es costumbre.

Y, como siempre, da igual, porque ella ya lo sabe, tampoco espera nada, y sigue sonriendo.

-Ven, venga, coño... Levántate...

Confío en mi suerte para no recibir una corbata con la que poder ahorcarme, ni un bote de colonia que no voy a usar, por muy cara que sea o por mucho que le guste a Marta. Tal vez un jersey tras el que escarchar otro invierno. O un libro de autoayuda para acabar de joderme. O una botella de Tanqueray para poder emborrachar a este dos mil siete, si se deja.

Me conduce hasta esa habitación llena de nada donde decimos que tenemos algo, y me planta, literalmente, delante del ordenador.

Lo enciende.

Conecta Internet.

Suelta una carcajada que suena hasta tétrica.

Mi asombro va en aumento. Ni siquiera me he lavado la cara, y no sé qué coño hago sentado delante del ordenador esperando un regalo de reyes. ¿Saldrá alguna divinidad en pelotas para alegrarme la mañana?

-¿Me has suscrito a Private, Marta? –le pregunto, intrigado.

-Cállate, anda...; y espera un segundo.

Abre la página web del 20 minutos, la pestaña de los Premios Blogs, y me dice:

-Este es tu regalo, Eddi Vansi. Te he apuntado al jodido concurso de blogs del 20 minutos.

Marta y sus regalos.

-No me jodas, Marta.

Me sostiene la cabeza entre sus manos, me mira risueña, me planta un beso de cine, un beso largo y dulce que acaba por ponérmela tiesa.

-Tú nunca te habrías apuntado, Eddi –me dice- Lo sabes. Y cuando lo vi, pensé que no estaría mal que concursaras.

-Los concursos son una merienda de negros, Marta. Y ya sabes cuál es mi suerte.

-Lo sé. Y sé que escribes de cojón, que no tienes nada que envidiar a nadie, y que por qué no puede sonar la flauta, coño.

-Como quieras, Marta. Me he quedado un poco a cuadros, perdona; pero está bien, sí...

-Lo he hecho con todo el cariño del mundo, Eddi...

-Muchísimas gracias, de veras... –y sonrío, y me levanto, y me acerco a unos centímetros de ella- Ahora... Oye... Que lo que más me ha gustado es el beso en el que venía envuelto...

-Sólo piensas en lo único, Eddi Vansi.

-Dame otro, anda...

Y nos dimos, vaya si nos dimos. Allí mismo, en la puta alfombra. Como si fuera la primera vez que echábamos un polvo. A saco. Un regalo de Reyes que te cagas.

Publicado el domingo, 21 de enero de 2007, a las 11 horas y 48 minutos

Ilustración de Toño Benavides
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