|
MALAS COMPAÑÍAS. A Marta le ha dado por el último disco de Sabina, “Alivio de luto” se llama, y sería en verdad un alivio de puta madre que Marta no lo pusiera a todas horas. Porque esto no hay un dios que lo aguante, coño; que se me quitan las ganas de llegar a casa.
No digo que igual una audición tranquila, pausada, serena del susodicho disco tal vez lograse que me gustara; pero a ese volumen y con esa persistencia, es imposible no odiar a Sabina con todas mis ganas, y más a éste de este jodido disco, en plena decadencia, convertido ya en una especie de folclórica inofensiva, una Rocío Durcal, una caricatura de sí mismo que ha perdido el rumbo y que, aunque escribe aún algunas letras buenísimas, se dedica a vivir de las rentas.
Que puede hacer lo que le plazca, que a mí no tiene que rendirme sus cuentas, pero que su música de ahora apenas me parece la sombra de sus mejores días. Y su voz es horrible. Que alguien se lo diga, coño. Que por más que nos vendan la moto de la voz del viejo que está de vuelta de todo, el verdadero problema de Sabina es que le falla justamente eso: la voz, la mucha o poca que tuviese en sus buenos momentos.
- Así que –le digo a Marta-, que no nos vengan con estupideces de que si es que tuvo una mala noche… Vamos, no me jodas…
Y Marta no entra en razones.
-A mí me gusta –me dice, sin cuestionar mis argumentos-. Es un puto genio.
- Tú llamas genio a cualquier cosa.
-A mí me sigue poniendo la piel de gallina; es lo único que puedo decirte.
(Claro que sabiendo que también le pone la carne de gallina Hilario Pino, no es mucho decir a favor de Sabina)
-¿La piel de gallina? Será más bien un sarpullido, Marta.
-Vete a la mierda.
-Y no puedes ponerlo a todas horas, joder, que aburres a las moscas…
-Pues si tú te consideras una de ellas, ya sabes: puerta, Eddi Vansi!
Y me da la espalda. Y sigue a lo suyo porque sabe que me aburre discutir, que me canso pronto, y que los dos estaremos más a gusto si ella se alivia sola con su Sabina y sin mí, y yo me bajo a beber al bar de enfrente o me voy de putas o yo qué sé, donde sea, pero con una sola condición: no ver al jodido Sabina ni estampado en un billete de 500 pavos.
Publicado el martes, 7 de febrero de 2006, a las 23 horas y 08 minutos
|