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UN SEÑOR CALVO. Pues sí, este año los Globos de Oro han sido de nuevo un espejismo cinéfilo. Si la antesala de los oscars prometía una ceremonia con acento hispano, la realidad hollywoodiense, ya se sabe, suele ser más tozuda cuando se trata de dar sus favoritos a torcer. Así, Infiltrados, de Scorsese, no sólo le ha reportado a su director el premio anunciado, sino que se ha alzado con la estatuilla a la mejor película y mejor guión adaptado. Ahora habrá que mirar con lupa las semejanzas entre el brioso filme de Scorsese y la cinta de Hong Kong Infernal Affairs, en la que aquél se inspiraba (y dicen las malas lenguas que los parecidos van más allá de la premisa argumental). En los premios a la interpretación, no ha habido sorpresas: Helen Mirren ha ceñido la corona de Isabel II como nadie en La reina y Forest Whitaker ha sabido encarnar la megalomanía de un dictador sin reino en El último rey de Escocia. La ex concursante de la versión norteamericana de OT, Jennifer Hudson, ha obtenido el premio a la mejor actriz de reparto por Dreamgirls, y Alan Arkin ha hecho lo propio por Pequeña Miss Sunshine. La mayor decepción para el cine mexicano no sólo ha sido el fracaso de Babel, que tuvo que conformarse con el oscar a la mejor banda sonora para el argentino Gustavo Santaolalla. Y es que, como las desgracias nunca vienen solas, la alemana La vida de los otros, que este cronista aún no ha tenido la ocasión de ver, desplazó a El laberinto del fauno en la mejor película de habla no inglesa. El filme de Guillermo del Toro, eso sí, no se ha ido con las manos vacías, y ha obtenido tres galardones en categorías técnicas. Y, para acabar de redondear la lista de triunfos inesperados, Happy Feet, una de pingüinos, se ha impuesto en la categoría de animación a los Cars de John Lasseter. En suma, en Hollywood siguen dando de qué hablar.
Publicado el lunes, 26 de febrero de 2007, a las 11 horas y 41 minutos
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