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EFECTOS COLATERALES DE LA CRISIS. Uno tiene sus manías: por más que se empeñe en no hacerlas suyas, en disimularlas o en esconderlas detrás de virtudes; A fin de cuentas, uno es quién es y de eso no puede despojarse, por más que las manías sean la parte de uno mismo que uno más odie.
Y ya saben ustedes de mis manías y de mis vicios. De que unas y otros a veces se dan la mano y se unen en mis perversiones (de las que ya no hablo apenas, aunque sé que no me costaría si quisiera. Pero ya me conocen…)
El caso es que soy así.
-¿Así cómo?- me pregunta Susana sacándome de mis pensamientos y haciéndome dudar en qué momento los he verbalizado- ¿un fracasado ensimismado en sus pensamientos o un camarero en crisis existencial?
-Así, coño, con sus cosas, sus vidas, sus historias- le digo mientras intento poner orden en el cajón de los cubiertos- Así con todos sus peros… Así, joder, Susana.
-Ya, ya… Así como eres tú, más o menos.
Y da por terminada la conversación entendiendo que mi “así” es el así que ella ya suponía.
-Hola Eddi
La voz de Marta poniendo sobre la barra su bolso (ese que le regalé justo al volver del viaje de casados) me devuelve de mi soliloquio sobre “ser o no ser así”.
-Marta, buenos días… ¿Todo bien?
-Todo lo bien que se puede estar en el puto paro, Eddi Vansi…
Y no me jodas Marta, que estás en el paro, que no tienes para llegar a fin de mes, que te sientes sola, que si ya no tienes pareja, que si follamos juntos y eso…
-Joder Marta lo siento… No sabía nada… Pero, ¿cómo ha sido?
-Un puñetero ERE
-Jodidos ERES…
-No, si jodidos Somos, Eddi Vansi…
Y la veo perder esa sonrisa que siempre delata su buen ánimo.
-En fin, que sólo era eso, que ya se lo había contado a todo el mundo, que no sé cómo hacerlo ahora, que qué cuesta arriba…
Pero yo no puedo ayudarla si no con mi deseo y volviendo a descubrir sus ojos; no puedo no porque no quiera, más bien porque ando como ella: en una especie de paroxismo visceral, de status quo justo en el centro de la nada, en una cuerda floja que me lleva por mi bar como un fonambulista.
Porque soy un puto pobre que no lleva más que lo que lleva y no aspira más que a que lo dejen en paz.
Por eso, sólo puedo ofrecerle mis brazos, mi catre y mi sexo, que sé que no es mucho, pero que ya es algo más de lo que tiene ahora.
-Lo siento Marta, de veras… Si en algo puedo ayudarte...- y traspaso la barra con mi mano agarrándola por el hombro como para darle veracidad a la frase…
-Lo sé Eddi… Lo sé… Aunque no acabásemos del todo bien sé que eres un amigo…
Y me pongo un tanqueray a palo seco que Marta observa con indeferencia monótona…
-¿Sabes Eddi Vansi? A veces me planteo volver contigo
El tanqueray se me atasca justo en el centro del gaznate: me quema con ímpetu toda la traquea y cae en mi estómago como un yunque.
Marta, venga, no me jodas… Pienso para mis adentros… Una cosa es la puta crisis y otra que me vengas con estas milongas sentimentales… Que hace ya mucho tiempo, que esto es agua pasada, que cómo vamos a volver… Y que ojala, que total, volver a tus brazos sería como un bálsamo a tanta dejadez y tristeza, que qué punto serían incluso nuestras broncas, tu pilates y mis putas de nuevo…
Porque yo a Marta la quiero a mi manera; Más bien y para no ser demasiado deshonesto conmigo, la olvidé para volver a quererla. Y ahora ella es otra mujer a la que no veo como “mi exmujer”, es una mujer desquebrajada, sin un rumbo fijo, sin su rimel y sus tacones ni su paso firme de sargento en pie de guerra… Es la Marta que me llevó al atar en un momento de enajenación mental, de tanqueray en exceso y de belleza… Porque la Marta que toma el café en la barra es el mismo pájaro bello sin maquillar que me engatusó con veinte años… Y es raro joder, pero es lo que hay, y nadie está libre de sentir lo que le salga de los mismísimos cojones en cada momento.
Y me digo para mis adentros que Marta es ahora una mujer que tiene que estar muy desesperada para buscar consuelo en alguien como yo, que le he fallado tanto que debería estar en el libro guiness de los records, que la he hecho sufrir por pura pereza, sin intencionalidad siquiera, porque ella sabía que Eddi Vansi era así antes de que Madrid nos invadiera con su hastío y que los fracasados llevamos este puto sello de hacer infelices al resto marcado a fuego.
-Yo también he pensado a veces, las menos, en volver contigo…
Y trago saliva despacio… Y me muerdo el labio inferior mentalmente castigándome por poner mis piezas sobre el tablero…
-Ya, supongo que es algo inevitable en quienes se han querido- me contesta ella entornando sus ojazos y rozando la taza con su dedo de excasada…- Pero en fin… Aquí estamos…
Y podríamos estar mejor si tu estuvieras encima y yo debajo, pero esa idea prefiero no exponérsela: y es que aún está buenísima la cabrona, y tiene ese porte regio que la hace tan vulnerable, y me siguen poniendo esos ojos que me desmontaron en mis noches tristes, y porque ella ya no es ella…
-Sí, aquí estamos…
Y de fondo, en TV, nos refrescan unas cifras del paro que no tiene nada que ver con lo que nos pasa a Marta y a mí y que, sin embargo, no nos pasan desapercibidas…
Y con el ruido de fondo de las noticias, nos sentimos parte de ese todo de fracasados que, a fin de cuentas, no les van quedando más lujos que desahogar sus penas en la cama.
Publicado el viernes, 7 de enero de 2011, a las 23 horas y 30 minutos
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