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VIDRIO TEMPLADO. H. vio a Z. desde su asiento en el autobús. Corrió emocionado hasta la puerta, tocó con los nudillos en el vidrio y gritó para llamar su atención.
Cuando el autobús pasó de largo, cuando Z. ni siquiera supo qué había sucedido, cuando su saludo se perdió en el aire, H. comprendió que su sonrisa desapareció al darse cuenta de que había logrado resumir su vida en esos pocos segundos.
Publicado el domingo, 10 de agosto de 2008, a las 11 horas y 22 minutos
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