|
SEIS. Escribo (cuando escribo…) como hablo, por eso mis párrafos, como mis conversaciones, están llenos de palabras malsonantes, frases hechas, lugares comunes o recónditos que tal vez afean mis discursos, pero que de seguro me retratan de manera fiel.
Porque si yo hablara en otro lenguaje que en el que escribo, o si escribiera de la forma en que no pienso, ni uso, ni frecuento, tal vez los lectores caerían rendidos a mis pies y las mujeres entre mis piernas, pero de todas todas no sería yo, y hace ya mucho que me di cuenta de que era una jodida estupidez ser quien no eres, y mucho menos, intentarlo por escrito.
Y soy así de burro, de estúpido o de necio.
Podría tirarme el rollo con eso de que es mi jodido estilo, qué pasa; o mortificarme con que no hago sino imitar con el culo a Henry Miller; pero lo cierto es que escribo así porque me sale, porque es como hablo y como me hablan, porque el que vive en la calle vive en la puta calle, y ése es el idioma.
Susana la Bohemia no es Lázaro Carreter redivivo, precisamente.
Los borrachos no prestan demasiada atención a su sintaxis.
Las barras de los bares se llevan mal con los correctores de estilo.
Entiendo que pueda no gustar o no sentar bien cómo escribo, pero me importa una mierda. Siempre queda la opción de no leerme.
Punto y seguido.
Publicado el miércoles, 21 de enero de 2009, a las 14 horas y 27 minutos
|